En continuación con el artículo de la semana pasada observo que en los últimos años ha crecido la crispación en el baloncesto base. Evidentemente estamos a años luz del futbol donde contínuamente se producen incidentes que en baloncesto serían inimaginables. Creo que es obligación de todos preservar ese ambiente de paz y concordia como regla general, exceptuando los escasos casos que siempre han sucedido.
Como todo en la vida nadie es inocente del todo ni hay un único culpable. No me gustaría demonizar a los padres, ni todos son iguales ni se comportan de la misma forma. Creo que se puede educar a los padres y donde no llega el diálogo, deben estar las normas.
Ejerciendo una sana autocrítica, los coordinadores y entrenadores no asumimos la parte educacional de nuestro trabajo, el control de las emociones tanto de niños como padres, empezando porque a veces somos incapaces de controlar las propias. Debemos intervenir cuando los padres superan los límites de la educación deportiva y proponer un código de conducta que plantée derechos y obligaciones de padres, niños y entrenadores.
A veces se produce un tsunami de conductas que empieza en el comportamiento excesivo o violento del entrenador y se transmite al jugador y a los padres. El entrenador de base no es sólo un enseñante del baloncesto, es un educador que debe preocuparse del niño de forma integral desde los estudios, la actitud de sus padres hacia el deporte y el comportamiento dentro y fuera de la cancha.
Los padres no son público que pagan una entrada. En caso negativo son un arma de destrucción masiva de ilusiones. Cuando su ejemplo es positivo centuplica el buen trabajo de un formador.
La actitud del entrenador hacia los árbitros también marcará mucho la actuación que los padres tendrán también hacia ellos. Cuando observo a esos jóvenes árbitros machacados por adultos hechos y derechos en mucho casos padres de hijos de parecida edad, además de sentir una vergüenza ajena incontenible, me pregunto dónde está nuestra empatía, en qué rincón de la subjetividad la perdimos, qué ejemplo estamos dando a nuestros hijos, futuros padres. Por qué nos perdonamos tan fácil nuestros errores y somos intransigentes con los de los demás. También es cierto que hablo de una minoría que siempre puede a una mayoría silenciosa que calla por evitar situaciones desagradables.
La actitud de los padres hacia el deporte de sus hijos es fundamental. Los ejemplos de la elite no son buenos, son excepciones, un Nadal, un Alonso, un Gasol es la suma de tantos componentes genéticos, familiares, sociales, culturales que su repetición es imposible. Ni me gustan los padres que traen tarde a sus hijos a los partidos o fallan al partido cuando hace frío o no les apetece ir, sin transmitir a sus hijos la palabra compromiso, como aquellos que se obsesionan con el partido, el resultado, el llevarle la bebida isotónica al banquillo, los minutos que juegan, se acercan al descanso a darles las últimas instrucciones a sus hijos, recriminan los fallos de los demás, censuran a los árbitros o eternizan de camino a casa las criticas a sus propios hijos.
Por mi experiencia esos niños tan observados y presionados son carne de retirada en cuanto adquieran una cierta independencia emocional. Aquí también la actitud del entrenador y la información que filtra a los padres es fundamental. Debemos dejar claro con nuestros mensajes y nuestro comportamiento que el baloncesto es un complemento único para su formación. Pero sólo un complemento, un medio, no un fin. Una forma de desarrollarse físico, psíquica y socialmente, de aprender valores que en el aula no se enseñan. Hasta aquí todos los entrenadores tendrán una contractura de cuello de tanto afirmar mis palabras. Pero el problema es el tránsito de la palabra al hecho. Ahí se quedan las intenciones. La competición es la vida, pero según el sesgo ético que le demos se convierte en una fuente de enseñanzas o en una trituradora de principios. Os voy a hacer unas preguntas y sinceramente contestarlas, yo muchas veces he traicionado alguno de mis principios por ganar un partido y no estoy orgulloso por ello pero sí por reconocerlo. Al final os daréis cuenta que en cualquier decisión técnica o táctica en la base hay una postura ética previa. Todas estas preguntas van dirigidas a entrenadores de formación, jamás de competición (eso no entra en mi negociado):
1.- Si voy ganando de uno y quedan 10 segundos y mi mejor jugador lleva la pelota y está solo el peor le pides que le pase la pelota o dejas que se la juegue.
2.- El mejor jugador ha estado sin entrenar toda la semana por diferentes motivos. ¿Le dejarías sin jugar? ¿Y si fuera el peor?
3.- Todos han entrenado esta semana con buena actitud y cada uno con su aptitud. ¿Vas a jugar igual con todos sea cual sea el resultado?
4.- Una fuera clarísima se produce delante de tí y el árbitro no la ha visto. ¿Estas dispuesto a decirle la verdad aunque te perjudique y te estés jugando el partido?
5.- ¿Presionas al débil y flotas al fuerte?
6.- ¿Dejas que cualquier jugador sea cual sea tire de tres puntos si el tiro es correcto tácticamente?
7.- ¿A la hora de botar la pelota discriminas a algún jugador en función de su habilidad?
8.- ¿Juzgas las posiciones de los jugadores en función de su altura u otra calidad física?
9.- ¿Alguna de tus decisiones estás convencido que te perjudican deportivamente a corto plazo pero estas convencido que beneficiarán a largo plazo a tus jugadores?
10.- ¿Tu filosofía defensiva se basa en potenciar las cualidades de tus jugadores o en aprovecharte de los fallos formativos (físicos, técnicos y tácticos) de tus rivales?
11.- Cuando mandas un 2×1 contra el botador, ¿estás convencido que lo haces para mejorar a tus jugadores? ¿Y cuando planteas una zona?
12.- Y por último, ¿crees que has traicionado alguna vez tus principios baloncestísticos en función de la importancia del partido?
Y unas últimas reflexiones de un veterano entrenador:
1.- Nunca te pongas por encima de tus jugadores, vales tanto como el peor de ellos y el peor de tus resultados.
2.- Ser serio no es ser aburrido, ser responsable no es ser soso, el polo y la pizarra no hacen al entrenador. El aburrimiento es el principal enemigo del aprendizaje.
3.- No por entrenar más entrenas mejor.
4.- Tan importante es tener técnica como saberla usar. Intenta que al entrenar la técnica lo hagas mediante juegos o competiciones para que no sea tan árida, se puede y se debe hacer.
5.- Si tus jugadores no son felices entrenando no serán felices jugando.
6.- Sonreír entrenando no es síntoma de dejadez o falta de compromiso, significa que se lo están pasando bien.
7.- Jugar simple es lo más complejo que existe, jugar, pasar y cortar, ocupar un planeta de posibilidades.
8.- No pidas a un pájaro que nade, a un elefante que vuele ni a un niño que haga algo que no has entrenado.
9.- El protagonista es el jugador, padres y entrenadores son secundarios de lujo que pueden hacer caerse la película.
10.- Si en un partido todos chillan, tú calla, que seguro que tus jugadores te escuchan.
11.- Si exprimes una pequeña naranja tienes un pequeño zumo, deja que la naranja crezca y que la exprima otro cuando tenga todo el zumo. La naranja, el padre de la naranja y el exprimidor quizás no te lo agradezcan pero habrás cumplido tu deber.
12.- La buena educación es el mejor arma contra la mala educación, parece evidente pero no lo es.
13.- Un entrenamiento no es una conferencia en la Sorbona ni la presentación de una tesis doctoral. Habla poco, corrige lo justo y que corran. Si les chillas siempre, siempre piensan en el chillido, si les hablan piensan, en la palabra. No siempre lo último visto en un clinic es lo que corresponde. Aplica el sentido común, adecúa el entrenamiento al nivel de tus jugadores.
14.- El baloncesto es sprint y stop, pensar en el stop, es mecanizar para crear.
15.- El lenguaje es fundamental. No le digas lo que tienen que hacer, apúntales caminos y que elijan el incorrecto muchas veces para que al final recuerden todos los caminos. No les digas pasa, diles levanta la cabeza, no les digas tira, diles que miren.
16.- Ser coherente con tu filosofía, no significa que presiones siempre aunque vayas ganando de 100, eso es ser intransigente y poco inteligente. Ser coherente es aplicar la misma filosofía pero variándola en cada situación. El juego se compone de ataque posicional, defensa posicional, rebote y juego en carrera. Presionar, robar debajo del aro y hacer una bandeja es como decir que el Quijote es un libro de caballerías, una simplificación extrema de tan hermoso juego.
17.- Sin empatía nunca serás entrenador de baloncesto, si vas ganando de 50 y los otros niños de 11 años no pueden ni sacar de fondo piensa cómo se sentirán y si realmente a tu equipo le sirve de algo.
18.- Y por último y más importante, ser entrenador de base es la mayor fuente de satisfacciones que puede tener un ser humano, pues los premios mas importantes ni se compran ni se venden ni se alquilan, ni se guardan en salas de trofeos.
Artículo de Willy Tisaire (@willytisaire), coordinador de baloncesto en el Colegio Público Doctor Azúa de Zaragoza. Este texto salió publicado en la Revista FAB
2 comentarios:
Estoy de acuerdo con los planteamientos de este artículo, aunque no lo estoy ni con el el momento ni por las circunstancias que motivaron a nuestro Director Deportivo a remitirlo, ya que pudiera parecer que, para los que no estuvieron, "algunos" pueden perder los papeles Y NO ES ASÍ.
En las gradas se ve en alguna ocasión, cosas que no deberían verse. Las gradas no las ocupan solo padres, no las ocupan solo directivos, no las ocupan solo entrenadores o jugadores… las ocupamos todos. Es nuestra responsabilidad, la de todos, que lo que en ella se diga o se haga ayude para que el deporte sea mejor, para engrandecer nuestro baloncesto, para sumar y no restar. Mirando desde una grada se ve mucho, se ve lejos. Sabemos de dónde venimos, intentamos transmitir confianza seguridad ý respeto sobre hacia dónde vamos, pero parece ser que alguien desconfía creyendo que no tenemos rumbo.
Nuestras actuaciones mejoran o empeoran la imagen que nuestro equipo o club, tiene para todos. Nuestras actuaciones hacen que el deporte eduque y transmita valores… o todo lo contrario. Pero en nuestro caso, no es de recibo que alguien pueda decir o crear una falsa opinión por el incidente de un partido en el que se puso en tela de juicio la actitud de los padres, que siempre fue con el máximo respeto. Como referente, a pesar de que a lo largo de varios años nuestro objetivo ha sido educar a nuestros hijos desde el respeto, no debéis olvidar que la educación es un proceso constante y global, en ningún caso un hecho aislado.
Desde mi humilde opinión; ya que nadie se ha disculpado con los padres de nuestro equipo; que por favor a quien competa, intente interesarse para sucesivas situaciones, el poder recabar información real y verídica para una toma de decisiones, y aplicar cualquier tipo de sanción sin dejarse influenciar por meros comentarios que puedan dar lugar a una llamada de atención.
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